1.- ¿Conmemoración o Revolución?




Centenario de la Revolución mexicana

I.- ¿Conmemoración o revolución?

René D. Jaimez.


Mexicanos:

vuestro pasado merece un aplauso.

Ahora es preciso que conquistéis el

aplauso del porvenir por vuestra

conducta en el presente ... y toméis

la parte que os corresponde en las

grandes luchas del presente.

Ricardo Flores Magón. 1

1Discurso pronunciado el 16 de Septiembre de 1910, en vísperas del inicio de la revolución mexicana.

Próximas entregas de: Centenario de la revolución.

II.- La revolución interrumpida, institucionalizada y traicionada

III.- La verdadera revolución en México

IV.- Cien años de resistencia

V.- La nueva revolución

1810, Independencia; 1910, Revolución; 2010... aún está por escribirse la historia.


¿Será verdad que los pueblos despiertan cada 100 años? Personalmente no me parece que se trate de una cuestión de tiempo, sino de condiciones. Sin embargo, lo cierto es que en momentos como estos se antoja posible (y necesario) el inicio de un estallido social que transformara las relaciones sociales de explotación bajo las que vivimos, es decir, el inicio de una nueva revolución. Después de todo ¿el reloj de cuenta regresiva del zócalo, las nuevas monedas y billetes, no lo son todo no? Por otro lado, es cierto que la cuestión del tiempo es también una de esas condiciones sociales que obligan a las revoluciones, ya lo reza un viejo dicho popular (y nadie duda de la sabiduría de los dichos populares) que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante.


Las siguientes lineas son una invitación a que reflexionemos juntos acerca de qué puede significar, para el México de hoy, que este 2010 se cumpla precisamente el centenario de la revolución. En esta primera entrega criticare la política institucional de “conmemorar” la revolución mexicana como un acto de nacionalismo, como un engaño y con cinismo. En la segunda entrega reflexionaremos acerca del carácter inconcluso de la llamada revolución mexicana. Pero la crítica se desarrollará más en la tercera entrega, en la que veremos una perspectiva diferente de lo que podríamos entender como “la verdadera revolución de México” que rebasa el ámbito de la lucha de guerra civil que se dio entre los años de 1910 a 1917 y que tiene que ver más con las transformaciones estructurales que se dieron entre los siglos XIX y XX. Las últimas dos entregas se centrarán en lo que se ha hecho para resistir durante estos cien años en este sistema, y de la posibilidad de que surja “La nueva revolución”.


Gracias a las campañas publicitarias todos sabemos ya que este es el año del “bi-centenario”, es decir, este no es sólo el año en que se cumplen 200 años de lo que algunos historiadores señalan como el inicio de la independencia y 100 de lo que otros consideran el inicio de la revolución mexicana, este año es algo más, es el año en que se tratara, por todos los medios, de que exacerbemos nuestro nacionalismo al punto de llegar al mero chovinismo. Tenemos nuevos billetes y monedas, tenemos nuevos nombres para las calles y avenidas principales, tenemos una invasión publicitaria a través de todos los medios de comunicación, pero ¿tenemos claro por qué se debe celebrar la revolución? Cualquiera hubiera pensado que el gobierno federal, proviniendo de un partido como el PAN, tendría que enfrentar un fuerte problema; el PAN fue, por décadas, el crítico de la revolución mexicana, como partido siempre cuestionaron los verdaderos resultados que arrojó ese movimiento que decantó en la conformación de un partido como el PRI, es más, siempre dudaron de que se pudiera hablar de una “revolución mexicana”, cuando no se transformaron las condiciones sociales que hacían que fueran unos pocos los dueños de las tierras y otros muchos los desposeídos. Pero hoy parecen no tener problema con aceptar y festejar dicha revolución, las cosas cambian, la demagogia que les sirvió ayer hoy se ha transformado.


Y, sin embargo, ¿que hay por festejar de qué revolución? ¿Cuales con las transformaciones sociales que trajo a nuestro pueblo esta revolución? ¿qué fue lo que revoluciono? Y estas preguntas se ligan a otras que cuestionan la intención en la promoción de estos festejos ¿en verdad el gobierno puede conmemorar una revolución que luchó por “tierra y libertad” cuando hoy se reprime al campesinado como nunca antes? ¿cómo pueden conmemorar la revolución si hoy el campo esta abandonado, los campesinos muiendo, sin educación, sin salud, sin vivienda, con hambre, despojados de las tierras, trabajando como esclavos cuando tienen la oportunidad de vender -casi regalar- sus productos, cultivado por el trabajo de hombres, mujeres y niños? ¿qué revolución mexicana conmemoramos cuando hoy la industria mexicana es incipiente, cuando la mayor parte del capital, de las empresas ha sido regalado a las empresas trasnacionales, cuando este gobierno repite la experiencia de la privatización de Telmex con la extinción de Luz y Fuerza del Centro, cuando son millones los que viven en pobreza extrema en nuestro país, sin trabajo, sin oportunidades, sin ninguna propiedad salvo su propio cuerpo para usarlo en el trabajo?


La conmemoración de la revolución que promueve el gobierno, y todos los conservadores, no tiene un ápice de honestidad, son unos cínicos al promover el festejo de una lucha que persiguió todo lo contrario de lo que ellos defienden y que han defendido desde que existen. El PRI fue el que se dedicó a traicionar la revolución y a coartar todas las posibles reformas sociales que hubieran beneficiado al pueblo de nuestro país, al “institucionalizar” el producto de una revolución lo que se hace es castrarla, quitarle todo su contenido; una revolución es dinámica, debe estar en movimiento y transformación, una institución es estática, inmóvil, revolución e institución son contrarios, son incompatibles, son una mentira. El PAN rebasó en una administración y media lo que le PRI hizo por décadas, si el PRI es de derecha el PAN se le opone defendiendo al fascismo; la ultraderecha. Por eso la única manera en que estos personajes conservadores nos pueden proponer festejar la revolución mexicana es castrándola, quitándole a la revolución lo que tuvo de revolucionaria, separándola del pueblo, levantándola en un altar, santificándola, cubriéndola de un halo de misticismo, convirtiendo a los revolucionarios en héroes que están sobre el común de las personas, es decir, que no son como nosotros, que nadie es como ellos, que no es posible que nosotros, el pueblo de México de hoy, se levante en una lucha por transformar sus condiciones de vida.


Los conservadores piensan (aunque sobre todo quieren que pensemos) que el centenario de la revolución mexicana significa sólo una conmemoración, un recordatorio, un acto de re-memorar de que la historia de nuestro país se escribió hace un centenar de años, de que existieron luchas que tuvieron como fruto las instituciones que, según ellos, son las que hoy nos rigen. Entre los conservadores podemos contar al gobierno, las instituciones públicas y privadas (desde universidades hasta secretarías como la de cultura del DF), los medios de comunicación al servicio del gobierno (grupo imagen, televisoras, etc.), a los intelectuales del gobierno, e incluso a periodistas de medios de comunicación honestos pero de tendencia capitalista liberal (como algunos periodistas de La Jornada y la Proceso). Sus artículos, sus análisis, sus libros, sus comerciales y sus eventos conmemorativos se caracterizarán, sobre todo, porque se recordará la historia nacional como algo que fue posible gracias a la audacia y genialidad de una docena de individuos, no por las necesidades sociales de un pueblo y del mismo capitalismo, es decir, que las condiciones de necesidad de un pueblo no son las que en realidad hacen que este se rebele, sino que es la aparición de los grandes personajes la que posibilita los estallidos sociales.


De esta manera construyen una historia inventada; la historia Nacional, distorsionan los hechos de tal manera que lo más importante es lo más conveniente para ellos, para la construcción de un Nacionalismo que haga que nos sintamos parte de un territorio, unas costumbres y una historia común. Pese a que en México hay territorios muy diversos, costumbres muy diferentes de una comunidad a otra y la historia Nacional no es más que un invento de los historiadores oficiales por darnos grandes “héroes”, no quiero decir con esto que halla que despreciar nuestra nación mexicana o que las luchas de hace cien años carezcan de importancia; pero hay que distinguir una diferencia entre la Nación y el Nacionalismo. La Nación es el país en su conjunto (económico, social, etcétera), con toda su diversidad, el Nacionalismo, en cambio, es una ideología creada, inventada desde el estado, que difunde cierto tipo de valores conservadores, un tipo específico de moral y una historia épica de la cual enorgullecerse. Para el nacionalismo mexicano lo importante es homogeneizar a la población, no reconocer su diversidad, nuestro nacionalismo no se enorgullece de los grupos indígenas como los tzentales o lo mixes, para nuestro nacionalismo lo que importa es el centro, el desarrollo, lo que concuerda con los valores capitalistas, por eso nuestra lengua nacional es el español, por eso le negamos el reconocimiento a los más de 40 idiomas que hay en nuestro país. Para el nacionalismo lo importante es “mexicanizar a los indios”, no “indianizar o mantener la pluralidad de México”. El nacionalismo que hoy promueve el estado es un nacionalismo creado para hacernos creer que “los mexicanos somos así”, que si existe corrupción es porque “así somos los mexicanos” y que, pese a todo, México es lo mejor que podría ser, que la historia nacional ya se hizo y que no hay manera de poder replantear el rumbo del país.


Hay, empero otro tipo de conservadores que no son tan engañosos, que quieren evitar que las cosas se transformen, pero para hacerlo no sólo inventan ideologías nacionalistas con héroes y leyendas, estudian la realidad, en general coinciden en que las condiciones económicas y sociales pueden devenir en un estallido social que busque replantear las condiciones de vida de los pobres del país. Aunque el que observen la posibilidad de un estallido social no quiere decir que estén de acuerdo con él, este es el caso de empresarios como Carlos Slim, que en la cumbre de Monterrey, realizada en noviembre pasado, señalaba que el gobierno se ha equivocado en seguir con la implementación de las políticas neoliberales aún cuando estas no han funcionado en el país, que son las que nos han llevado a la crisis y que, de seguirlas implementando estás podrán conducir a un estallido social. En este análisis han coincidido múltiples personajes, el estallido social no es su objetivo, no lo están buscando. Lo que hacen es dar cuenta de que las condiciones sociales del país orillarán este año a levantarse contra esta forma de vida que apenas y les permite sobrevivir.


Por último están los que sufren de las condiciones que los otros estudian (y aprovechan), los indígenas en el campo tratan de ser “mexicanizados”, los trabajadores que han perdido su fuente de trabajo (y no sólo son los 45 mil de Luz y Fuerza del Centro), los profesionistas recién egresados que no encuentran oportunidades de empleo, los estudiantes que tienen que dejar las aulas por falta de recursos, los estudiantes rechazados, los trabajadores eventuales, los que perdieron el derecho a la jubilación digna, todos los que tenemos que pagar mayores impuestos, los que hemos perdido capacidad adquisitiva, y nos endeudamos, y nos embargan y perdemos cada vez más todo. Todos en este país sufrimos el avance del sistema económico capitalista, la implementación del neoliberalismo con la llegada de Salinas, la implementación de políticas económicas que están encaminadas a cobijar los empresarios y afectar al resto del pueblo (como el aumento de impuestos a la población y la evasión de impuestos a empresas), todos sufrimos la la traición a la revolución mexicana que en nuestro país se da día con día.


Es precisamente por las condiciones sociales que se desprenden de está cotidiana y permanente traición al proyecto revolucionario que muchos auguran en este 2010, más que simples eventos de conmemoración, es muy probable que exista un nuevo estallido revolucionario.

1Discurso pronunciado el 16 de Septiembre de 1910, en vísperas del inicio de la revolución mexicana.